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TORERO EN TODOS LOS SENTIDOS, SE PRESENTÓ CON BUNBURY

Cuero de salmón, Calamaro en León

Cuero de salmón, Calamaro en León

León, Gto. Así como el año pasado Joaquín Sabina pisó por primera vez suelo leonésahora tocó el turno al rockero, torero y cantor Andrés Calamaro. Uno de los pilares del rock en castellano, sin duda, este argentino nacido en Buenos Aires en 1961. Desde los ocho años recibió su primer instrumento, un bandoneón. A esa edad ya cantaba milongas y tangos. Poco después se convertiría en un amante del blues, los Rolling Stones y Bob Dylan, ente otros. Los teclados y la composición empezaron a llevar a este inquieto jovenzuelo a los terrenos del rock. Sus inicios musicales están con Zeta Bosio y Gustavo Cerati, poco antes de la formación de Soda Stereo.

 A inicios de los 80´s su golpe a la fama fue pertenecer a los Abuelos de la Nada, donde escribió la mítica canción Mil Horas, demostrando una capacidad sólida y honesta de composición y una voz muy singular a lo que sonaba en la escena porteña. Se daba el lujo de alternar como tecladista con Charly García, con quien no terminó del todo bien por un lío de faldas. Charly era el gigante del rock de la plata y apodó a Andrés como “pulpito”. Con la desintegración de los Abuelos empieza su viaje como solista y productor de grupos como Los Enanitos Verdes y Los Fabulosos Cadillacs. A inicios de los 90, mientras todos los grupos argentinos de rock viajaban por Latinoamérica, Calamaro parte a España, donde se reúne con su amigo Ariel Rot y con el inmortal Julián Infante, integrantes de una de las bandas de rock más recordadas en la península ibérica, Tequila.

Andrés Calamaro sube un peldaño a su ascendente carrera de rockero con Los Rodríguez, noventa por ciento de rock y diez por ciento de rumba, combinación que creó una revolución en España y llegó pisando fuerte a Sudamérica. Tiempos de grandes excesos de todo tipo: a la desintegración del grupo argentino español, su regreso a Argentina trajo consigo su consolidación como solista. Componía sin parar en ésta, su época más productiva, hasta que los vicios le jugaron una mala pasada que casi termina con su vida a inicios del nuevo siglo.

En el 2005, recuperado y rehabilitado, el bien nombrado Salmón regresa a los escenarios que no ha dejado desde entonces. Su conquista de suelo mexicano comenzó hace un lustro. Siempre ha señalado que la música mexicana lo ha inspirado. Amante del cancionero de José Alfredo Jiménez y el corrido norteño, al que él nombra como el “corrido de Sinaloa”, que según él tiene mucho rock para explotar, cosa que demostró al participar en el Unplugged de Los Tigres del Norte.

Se mostró muy agradecido con Enrique Bunbury, por la gira que ambos llevan de norte a sur por la república mexicana, iniciada el pasado 16 de octubre en León Guanajuato, donde reunieron a casi siete mil almas. Tres días después lograron convocar a treinta mil personas en el Foro Sol del D.F.

Un torero en todos los sentidos, partió plaza pasadas las nueve de la noche en el Foro Arlequín de la Feria de León, abriendo con Alta Suciedad, aunque el recibimiento fue caluroso al empezar los acordes de A los ojos, éxito de su etapa en Los Rodríguez. Pude observar que yo era el único que la cantaba a todo pulmón a varios metros a la redonda, y recibí empujones de algunos amantes de Los Héroes del Silencio, pues llevaban tatuado el signo del desaparecido grupo aragonés en los brazos. Me aparté a otro rumbo y pude tomar algunas buenas fotografías del Salmón en rola más aclamada –por un quince por ciento de los asistentes al concierto- Crímenes perfectos.

Maradona, Tuyo siempre, Mi enfermedad, El Salmón y Nostalgias siguieron en la lista de Andrelo. La mayor parte del público ya esperaba a Bunbury, algunos gritos de –¡Enrique, Enrique!- se escuchaban. Con la canción de Los Chicos, Andrés Calamaro cerró una memorable, breve y singular presentación, haciendo un nostálgico tributo entre imágenes a José Alfredo Jiménez, Emiliano Zapata, Francisco Villa, Sandro, Luis Alberto Spinetta y en especial a Gustavo Cerati, cantando el estribillo de Música Ligera de Soda Stereo.

Luego entre extraños contoneos y una voz de doliente engolado que no termina de cuajar en mi soundtrack personal desde Los Héroes del Silencio, se presentó Enrique Bunbury ante los gritos desgarradores de algunas bohemias wannabe, con un set que desconocí casi en su totalidad. El momento culminante del encuentro del español y el argentino en León llegó, tras tres días de ensayos en la Perla del Bajío, cuando cantaron a dúo rolas como Sin Documentos, Apuesta por el RocknRoll, Maldito Duende, Estadio Azteca, el merecido y emotivo homenaje a Gustavo Cerati con Crimen, y al inmortal guanajuatense, José Alfredo Jiménez, con Te solté la rienda y El Hijo del Pueblo.

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