sábado. 20.04.2024
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RESEÑA DE LA PELÍCULA

Mad Max: Fury Road, poesía visual, un clásico imperdible

Mad Max: Fury Road, poesía visual, un clásico imperdible

 

Las palabras sobran, tal y como en la película, no alcanzan para describir lo deslumbrante y poética que es Mad Max: Fury Road.

El versátil director George Miller presenta una nueva versión de Mad Max. Treinta y seis años han pasado desde el estreno de la primera entrega, estelarizada por Mel Gibson.

Miller vuelve recargado –después de realizar Babe: el puerquito en la ciudad y Happy Feet– para convulsionar la forma de filmar películas de acción. Con personajes dimensionales, con una historia verosímil y profunda, que no le toma el pelo al espectador, pero que tampoco lo viene a aleccionar ni aburrir.

Miller armó un ejército de personajes iconográficos y bellos de Hollywood; desde el talentoso y agudo Tom Hardy, Rosie Huntington-Whiteley, un ángel de Victoria´s Secret y herederas del rock como: Zoë Kravitz y Riley Keough, nieta de Elvis Presley.

Mad Max presenta un mundo post-apocalíptico, regido por diferentes clanes. Tom Hardy (Max) es un ex policía que va haciendo su propio camino en tierras hostiles, mientras es atormentado por recuerdos de su pequeña hija.

Por casualidad y sin glamour, Max termina liderando al convoy junto a Nux (Nicholas Hoult), que persigue a la guerrera favorita de Immortan Joe (Hugh Keays-Byrne), Furiosa (Charlize Theron), quien huye con el más precioso tesoro de Joe –Rosie Huntington-Whiteley, Riley Keough, Courtney Eaton, Zoe Kravitz y Abbey Lee– hacia tierra prometida.

Max y Furiosa, unidos por su ideas, pactan llevar a salvo la preciosa carga a su destino. Claro está que el camino será vertiginoso, lleno de poderosos vehículos de guerra –tal como a Miller le fascina–, lleno de explosiones y ¿por qué no? un albino ciego que va entonando con una guitarra eléctrica himnos de guerra metaleros.

La producción no escatimó en gastos. Con un presupuesto de $150 millones de dólares, crearon un bello, surrealista y no muy lejano, mundo.

Miller se unió con el respetado director de fotografía John Seale para crear paisajes poéticos atestados de arena. El ritmo de las escenas va cambiando, tal y como un carro en persecución lo hace, manteniendo al espectador al filo del asiento durante los 120 minutos.

La dirección de Miller es espléndida. Por un lado obtiene lo mejor del fenomenal Nicholas Hoult, y por otro logra poner a bellas pero limitadas modelos a un nivel respetable de grandes actores como Theron y Hardy, con quienes logra que el diálogo sea con miradas más que con palabras, a través de los verdes y lacrimosos ojos de Theron.