martes. 16.04.2024
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Tristán e Isolda, una historia de amor real

Caleb Landaverde

Tristán e Isolda, una historia de amor real


Tristán e Isolda es una de las obras más representativas de la Edad Media. El concepto de amor que de ella emana se mantiene vigente en nuestros días; además, es una buena historia para contarse, pues contiene los elementos básicos de un atractivo asunto de amor, de esos que no se olvidan fácilmente debido a su intensidad y al constante movimiento de los personajes a lo largo de la trama. Existen muchas versiones de este relato. Usaré aquí la de Béroul,[1] y cuestionaré acerca de ese amor que en apariencia es protegido por Dios, desde un punto de vista bíblico, y también me acercaré al texto por medio de Andrés el Capellán y su Tratado del Amor Cortés”.[2]

En el texto de Béroul se puede apreciar que varias veces se repite (tal vez como recurso de oralidad) que el amor de Tristán e Isolda está protegido por Dios: “Pero Dios, a través de un gran milagro, siguió otorgándoles su protección”,[3] por ejemplo. ¿A qué se debe esto? ¿Es sólo un decir?, o ¿es gracias a las innumerables adaptaciones de los relatos orales, ya traídos y convertidos a la tradición cristiana, que sufre la adhesión de Dios al texto? Si este fuera el caso, ¿qué sentido tiene enfatizar esto, pues es un amor adúltero, ¿cómo un amor así sería protegido o favorecido por Dios?

En primera instancia, ¿cómo define la Biblia al amor? Para contestar esta pregunta me referiré a uno de los versículos más usados, ya sea en el ámbito religioso, ya en el popular:

El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.[4]

 

¿Cumple el amor de Tristán e Isolda con estos puntos expresados en esta parte de la Biblia?, el sufrimiento, es uno de los aspectos más importantes en este amor, es más que claro, debido sobre todo a que es un amor con obstáculos; pero hay que resaltar que sin estos obstáculos no hay intriga, ni historia interesante, sin ese sufrimiento no hay amor, puesto que éstos lo ponen a prueba y lo fortalecen. Es sufrido desde el momento en que no se pueden tener como ellos quisieran: al ser casi descubiertos por el rey Marc en uno de sus encuentros, Isolda, a través del reflejo de una fuente, logra verlo y con su astucia salva la situación fingiendo no estar de acuerdo con el encuentro. Tristán, “al escuchar a su amiga hablar así, comprende que ella se ha dado cuenta de la presencia del rey.”[5]

Escapan. Los felones, inconformes con la reconciliación de Tristán y su tío, el rey, insisten en el amorío de la pareja. Entonces tienden una trampa: un enano que lee en los astros el futuro, esparce flores de harina en el pasillo, Tristán no cae en esta trampa, sino que por el esfuerzo de saltar el piso lleno de harina, una herida reciente se abre y sangra y, llevado por la pasión, no se da cuenta que impregna las sábanas y parte del suelo con su sangre. Son descubiertos y condenados a muerte.

Tristán logra escapar e Isolda es condenada a vivir entre los leprosos, Tristán la rescata y huyen al bosque, donde pasarán tres años, viviendo de una manera austera, cazando, extrañando el pan y tantas comodidades que tenían en la corte. Viven sin dignidad, pues carecen de honor al estar escondidos, siendo prófugos. Tanto era el cansancio el sufrir, que parecía que ya no había cabida para el amor dentro de su lecho.

  En su totalidad, es un amor lleno de sufrimiento, de pruebas, que al cabo de esos tres años, lo debilitan. Incluso llegan a recapacitar: han cometido un error, se arrepienten. Toda esta situación me recuerda mucho un versículo que bien podría ser una de las bases del cristianismo: “Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento”,[6] y de este versículo se desprende algo clave: en cuanto a la Biblia se puede decir que por esa misma bipartición que tiene, la doctrina también se divide, Antiguo y Nuevo Testamento. En el primero se puede ver una doctrina más hermética, dura y estricta, incluso violenta; en total contraposición vemos en la segunda parte una doctrina renovada por Jesús, que se basa totalmente en el amor, amor al prójimo y al pecador; ahí podemos encontrar esta conexión en la que Dios protege a Tristán e Isolda no en sí por su amor pasional, sino por su naturaleza pecadora, y porque iba a llegar este punto de arrepentimiento y ese tal vez era el propósito de ese amor.

  Ya se puede ver un declive a partir de esto, pues qué benignidad encontramos en este amor: es altamente egoísta y guiado por la pasión en su totalidad, como se puede apreciar en el pasaje en el que son descubiertos por el rastro de sangre que Tristán deja, ya que “no siente nada, pues piensa únicamente en el placer que le espera al lado de Isolda”.[7] Si se sigue leyendo el versículo citado se entiende por qué siguen siendo favorecidos por Dios, se continúa encontrando cualidades como faltas a esta definición de amor; más en específico y ya para terminar con este punto, al final del versículo bíblico, dice: “Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.”[8] Y como ya lo habíamos mencionado, no todo lo esperó ni soportó, buscaron redención, y la encontraron, fueron perdonados por el rey Marc, Tristán fue desterrado a causa del consejo de los felones, pero regresó esperanzado, vestido como leproso, para ayudar a cruzar a la reina por una laguna de lodo, victorioso también en los torneos que se llevaron a cabo ese mismo día a causa de Isolda, quien fuera a jurar que no hubo hombre entre sus muslos más que su esposo y el leproso que la ayudó a cruzar. Otra vez la astucia de Isolda, el ingenio para salirse siempre con la suya, pero no fue motivada por el amor, ya no, fue motivada por algo más personal, por su bien, por su propia dignidad, por honor.

  Así que en conclusión podemos tomar en cuenta esto, el amor en sí no era del agrado de Dios, como bien se los dijo el ermitaño:[9] debían arrepentirse y así fue, porque la causa de ese amor fue por medio pagano, un filtro; luego, al pasar los tres años, los amantes dejan de serlo, para así arrepentirse y ser perdonados.

  Esto no acaba aquí, ya que es un punto de vista en su totalidad espiritual y, en cierto sentido, estricto; entonces por qué se nos dice que Tristán e Isolda es una de las historias de amor más importantes, más bellas de la historia, por qué se nos dice que amor como el de ellos ya no hay? Es simple, por como lo ve la sociedad de aquella época, porque lo mismo censuraba un amor que rompía el orden, la regla, que añoraba una pasión embriagadora.

Para contestar la pregunta ¿por qué el amor de Tristán e Isolda terminó?, recurro a la obra de Andrés el Capellán. ¿Qué dice acerca del amor?:

Es una especie de pasión o sufrimiento innato, que se deriva de ver y meditar excesivamente en la belleza del sexo contrario, y que lo hace a uno desear por encima de todo los abrazos de la otra persona y cumplir común acuerdo todos los preceptos del amor en los brazos de la persona amada.

 

Se ve con claridad el cambio de percepción, es un amor más exaltado en el yo, pues primero es pasión, satisfacción propia y luego ya entra en juego con quien voy a satisfacer mi deseo.

        Algo muy importante que surge a través de el Capellán, en uno de sus capítulos, es cómo se debe conservar el amor, en el que su sentencia principal dicta “Quien quiera conservar el amor intacto por largo tiempo, tenga máximo cuidado en no hacerlo público, sino guardarlo oculto a todos”,[10] luego da una serie de instrucciones de cómo se deben de comportar los amantes para lograr esto, manteniendo una distancia de la amada, para que nadie sospeche, y da una serie de instrucciones más acerca del perdón, de cómo se deben de vestir los amantes y de cómo debe de satisfacer el hombre las necesidades y cumplir las apetencias de la misma.

Me detengo en el amor oculto, pues en contraparte Béroul nos recuerda algo que en lo personal yo tomaría como verdad “no existe amor que se oculte bien. […] Dondequiera que estén, no pueden esperar la ocasión propicia para verse. El amor los obliga a citarse a cada rato.”[11]

        Esta es una sentencia que habla por sí sola, no existe una manera adecuada de ocultar amores así de grandes, lo cual hace que el Capellán tenga razón, ya que al momento de ser algo público se vuelve más complicado de cuidar o incluso de disimular, pues se podría decir que el amor ahora es sometido a una presión social y más porque claramente está dicho para este tipo de amor, de amantes, no de esposos. Ésta, bien podría ser una de las razones por las que el amor de Tristán e Isolda tuvo un final tan trágico, llegaron a un punto que no tenía salida ni salvación más que la muerte.

        Tristán e Isolda es pues una de las mejores historias de amor jamás contadas, una historia que traza un amor real, con sus altas y bajas, con luchas, obstáculos dignos de cualquier amor que está destinado a perdurar o acabar en tragedia, aunque el amor intenso e incontrolable duró tres años, a causa del filtro, sabemos que los amantes se siguieron amando no con lo misma intensidad ni devoción, pero sí tal vez con la misma fidelidad de corazón.

        Concluyo al decir que así es el amor, triunfa o fracasa, pero ambos tipos de amor se ven probados por Dios, destino, casualidad, reyes, felones o amigos. Dígase lo que se quiera, pero siempre será así, pues amor no probado, no es amor. Consulté definiciones de amor, su auge, su decadencia, más que nada para comprobar su naturaleza. Esta es mi conclusión, lector, haga la suya.

 

[1] Béroul y Thomas, Tristán e Isolda, CONACULTA, México, 2010.

[2] Andrés el Capellán, Tratado del Amor Cortés, Porrúa, México, 1992.

[3] Béroul y Thomas, op. cit., p. 42.

[4] 1ª. Carta a los Corintios 13:4-7 (Santa Biblia, versión Reina Valera).

[5] Béroul y Thomas, op. cit., p. 30.

[6] San Lucas 15:7.

[7] Béroul y Thomas, op. cit., p. 41

[8] 1era carta a los Corintios 13:7

[9] Béroul y Thomas, op, cit., p. 53

[10] Andrés el Capellán, op. cit., p 127, la cual es una referencia a Ovidio en el Arte de amar, que a su vez dice: “Poco mérito tiene guardar secretos; pero el contrario es gran culpa, el decir lo que se debe callarse.”

[11] Béroul y Thomas, op. cit., p. 38-39.