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La señorita Havisham o la mentira del amor

Bernardo Monroy

La señorita Havisham o la mentira del amor

No formules preguntas y nunca te dirán mentiras.
Charles Dickens, Grandes Esperanzas

El mes del amor es una excelente fecha para recordar, leer o releer a los grandes personajes que a través de la literatura han simbolizado el amor, empezando por el cliché que son Romeo y Julieta hasta el promiscuo Vizconde de Valmont. Entre un ejército tan amplio de estas “criaturas del aire”, como las llama Fernando Savater, hay alguien que simboliza el lado del amor que todos hemos experimentado pero que a nadie le gusta: el de la depresión, la decepción, las traiciones, la tristeza, la amargura, la ira contenida, el rencor y la venganza.

Se trata de la señorita Havisham, que aparece en “Grandes Esperanzas”, de Charles Dickens.

“Grandes Esperanzas” se publicó por partes en 1860. Como todas las novelas de Dickens, está poblada de personajes memorables, tan realistas y bien estructurados que da la impresión que saltan del papel. Cuenta la historia de Pip, un niño huérfano que después de ayudar a un ex convicto, pasa de ser aprendiz de herrero a caballero. A lo largo de su vida aspira a enamorar a Estella, quien es una niña –y posteriormente mujer- cuya máxima aspiración es lastimar a todos los hombres, pues ha sido educada por la señorita Havisham, quizá uno de los personajes más maravillosos jamás creados por Dickens.

La señorita Havisham era una joven que el día de su boda, ya con los preparativos, el vestido y los invitados, recibió una carta de prometido que le dijo que nunca la quiso y nunca le importó, de hecho la sedujo sólo para beneficio personal, pues era un caza fortunas.

El shock hizo que la mujer quedara traumatizada, quedando autorecluida en su mansión, llamada Satis House, donde detuvo todos los relojes exactamente a las 9:40, la hora en que recibió la misiva. Dejó el pastel de bodas pudriéndose, las mesas con los arreglos inmóviles y empolvándose, y ella se quedó con el vestido de novia, sin quitárselo nunca y sosteniendo su ramo de flores cada día más seco. No le importa que cada día se empolve y apeste más, porque le robaron lo más importante para ella: el amor.

Así como Scrooge personifica la redención, u Oliver Twist el esfuerzo, Havisham es la amargura, el lado triste y patético del amor, es el rencor profundo, la tristeza y el deseo de vivir estancado en el pasado. Representa no querer superar las decepciones amorosas y querer destrozar la vida de todos los que en algún momento puedan amarnos, porque nos las destrozaron a nosotros. Es la frase “a ver quién me la paga” transformada en personaje. Es todos aquellos que cuando alguien los puede querer, recuerdan el pasado, cuando su pareja los lastimó. Eso la convierte en un personaje tan poético y significativo, porque es inevitable que nos sintamos identificados, de la misma forma que muchos se identifican con Scrooge cuando es Navidad. Lo triste es que mientras el vejete que odia la Navidad se redime, ella no: vaga por siempre por los pasillos de Satis House con su vestido de novia, recordando el instante preciso que le hicieron pedazos su corazón. Es el pasado estancado.

Havisham decide educar a Estella, su hija adoptiva, preparándola para lastimar a todos los hombres que conozca.        Por eso siempre se mofa de Pip: de sus sentimientos, de su ropa y de su forma de ser. La pequeña Estella vive para destrozar corazones de enamorados, no por maldad, sino porque así fue educada. Ella es el producto de su “madre”, es todos los traumas de una mujer adulta que recaen sobre una niña.

La auténtica

Es tan poética la señorita Havisham que pocos creerían que está basada en un personaje real, que existió durante la época victoriana.

Muchos personajes de la literatura inglesa de mediados del siglo XIX fueron inspirados en gente auténtica. Uno de ellos fue el profesor Moriarty, antagónico por excelencia de Sherlock Holmes, basado en un ladrón de cuello blanco llamado Adam Worth, o Alicia Liddell, quien existió aunque nunca viajó al País de las Maravillas. Havisham no es la excepción.

La verdadera Havisham se llamaba Eliza Emily Donnithorne y su vida fue todavía más triste que la ficticia.

Eliza Emily vivió en Australia y a los 21 años fue abandonada en el altar por su prometido. El problema era que estaba embarazada, y su padre, para no levantar escándalos en la sociedad británica (no olvidemos que Australia era colonia inglesa), dio al bebé en adopción. La chica tuvo un colapso nervioso y se quedó con su vestido, autorecluida en su mansión. Su padre no quiso tocar nada del lugar, por temor a que el estado mental de su progenitora empeorase.

Havisham en otros medios

Antes que nada: aunque algunas traducciones le otorguen a este personaje el título de “señora”, es un error llamarla así. Ella siempre será señorita. Para su infortunio.

El personaje se ha adaptado a diversos medios desde 1917 para teatro, televisión, cine, ópera y radio. Actores de reconocimiento internacional le han dado vida a la mujer que vive en el pasado y se niega a atrapar el hoy.

Gillian Anderson, famosa por su papel de la agente especial Dana Scully en la serie “Expedientes Secretos X”, caracterizó a Havisham en 2011. Helena Bonham Carter también, en 2012. Cabe señalar que en esta versión, por primera vez el personaje recibe un primer nombre: Emily.

“Dickensian”, la fabulosa serie televisiva de la BBC, cuenta a detalle cómo estafaron a la señorita Havisham, así como la precuela de otros personajes dickensianos, como el caso de Scrooge y su socio Marley, antes de convertirse en ánima en pena.

Su impacto

No todo en San Valentín son corazones, chocolates Ferrero y abrazos. El amor a través de la literatura también nos ofrece un lado triste y oscuro, y qué mejor que Dickens para sublimarlo.

Una de las frases más emblemáticas de la señorita Havisham nunca la escribió el autor de “Oliver Twist”. Es mencionada en la versión de “Grandes Esperanzas” de Alfonso Cuarón, y dice:

“Sólo te romperá el corazón. Es un hecho. E incluso aunque te prevenga, aunque te garantice que sólo te lastimará horriblemente, tú le perseguirás. ¿No es maravilloso el amor?”

Felicidades a todos este 14 de febrero, incluso a Miss Havisham, quien desde su mansión mira con desdén a todos los melosos que se regalan globos, ya sea de látex o cualquier otro material. 

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