jueves. 18.04.2024
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Con “B” de Borges

Bernardo Monroy

Con “B” de Borges

Rogelio debía filmar un cortometraje como examen final para su diplomado en cinematografía, y en vez de imitar a Kenneth Anger, poner un altar a Luis Buñuel o pretender convertirse en un David Lynch de veinte años, pasó de la A a la B y a la Z, queriendo homenajear a Ed Wood y Uwe Boll… mi amigo Rogelio es un idiota. Creo que por eso sus actores lo mataron.

Mi hermano menor y yo conocimos a Rogelio en el Centro de las Artes de Guanajuato, en Salamanca. Mientras él estudiaba cine, Lalo y yo tomábamos un taller de literatura y actuación respectivamente. No entiendo cómo nos hicimos amigos de alguien a quien le encantaba el cine serie B. Nosotros, admiradores de Borges y Stanislavski. Ahora que reviso mi cuenta de Facebook y me doy cuenta que Rogelio es un fenómeno mundial de internet, me pregunto cómo nos convenció para colaborar en semejante bodrio. Creo que los directores de cine Serie B tienen cierto carisma, saben lavar el cerebro, por eso Juan Orol y Ed Wood siendo una mierda, seguían filmando. Son como el canto de las sirenas hecho con bajísimo presupuesto.

Uno de los ídolos de Rogelio era Ed Wood, considerado el peor director en la Historia del Cine, y sin duda, el amo y señor del serie B. Películas como “Plan 9 del espacio exterior” son tan malas que resultan buenas, plagadas de errores. Wood se ha convertido en todo un clásico, aunque en su momento fue despreciado. Sin embargo, nadie salvo un idiota como Rogelio, buscaría imitarlo:

-Haremos un cortometraje basado en un videojuego, pero con fundamentos literarios. Tú escribirás el guión y tu hermano tendrá el papel protagónico, Carlos –nos dijo, muy entusiasmado, cuando platicábamos en la cafetería del Centro de las Artes y tomábamos unos capuchinos que por cierto yo pagué-. Incluso ya tengo el título: Jorge Luis Borges’s: Pacman.

Rogelio era admirador de Uwe Boll, quien en cuanto a serie B, es tan infame como Wood. Boll ha adaptado al cine varios videojuegos, entre los que se encuentran House of the dead, Bloodrayne o Far City. Al igual que Wood (un imbécil irredento convertido en mito gracias a Tim Burton), hacen cine con una corcholata de presupuesto, y son tan tercos que inspiran ternura. Boll Ha cosechado los peores premios en la historia del cine actual, tiene las más bajas calificaciones en la Internet Movie Database, y se ha ganado el odio de los videojugadores por ser un antimidas: juego que adapta, juego que hace mierda. Aunque está más que comprobado que las adaptaciones de videojuegos no son lo suyo, no pierde su entusiasmo. Y Rogelio tampoco. Creo que eso define a un director de ese tipo: se mantienen firmes a sus ideales. Esa es su única virtud.

-El cine de Serie B nació para abaratar costos tras lo acontecido durante la gran depresión –Me explicó Rogelio, apasionado por el tema que amaba-. Todas las películas se rodaban con presupuestos bajísimos, actores novatos o en decadencia, proliferó durante los años 1930 a 1960, plena época del sistema de estudios hollywodense, pero después las “B Movies” se convirtieron en un subgénero. La serie B tiene desde su origen el papel de chafa y segundona. Nació con el objetivo de que acompañara a la gran película en las salas de cine para que a los espectadores les saliera más barato.

-¿Pacman de Jorge Luis Borges? ¿Estás pendejo? Es un insulto a su obra. Si viera tu título se queda ciego y se muere… más.

-Tiene sentido. Tanto Pacman como Borges hablan de laberintos y de la memoria. Ya conseguí a los actores de reparto y las locaciones.

No pude refutar un argumento tan coherente sobre el pensamiento borgiano. En una sola tarde escribí el guión, que trataba sobre Joseph Cartaphilus luchando contra fantasmas comandados por Abenjacán el Bojarí, y convencí a mi hermano para actuar. ¿Me sentía mal por convertir en mierda un texto de Borges? Pues en el cine Serie B es muy normal hacer eso con los clásicos: la productora “The Asylum” es de lo más desvergonzado, acercándose a serie Z, y se han sabido aprovechar de todas las ventajas de la tecnología, tanto para la promoción en Youtube como para crear efectos especiales digitales. Realizan sus propias versiones de éxitos hollywoodenses, como “Transmorphers” o “The Da Vinci Teasure”. También han adaptado obras de H.G. Welles, Ridder Haggard y Sir Arthur Conan Doyle… asquerosamente, por cierto.

Rogelio había rentado una bodega abandonada en la calle Río Bravo. Nosotros, niños mimados de la Bellavista, estábamos aterrados, temerosos de que alguien nos asaltara, y todo por el proyecto de bajo presupuesto de un idiota de veinte años, tan sólo un año menor que yo y tres que mi hermano. El idiota en cuestión nos recibió en la bodega, y antes siquiera de saludarnos, me arrebató el guión. El interior del edificio parecía, efectivamente, un laberinto. Rogelio había improvisado la escenografía, pintando algunos muros de azul y colocando un camino de monedas por doquier para simular las píldoras amarillas que devoraba Pacman. Nos presentó a los actores de reparto: cuatro ladronzuelos de la colonia, que se llamaban el Chutes, el Nache, el Marrano y el Culero, pero personificarían a Clyde, Inky, Pinky y Blinky. Por supuesto, los cubrió con sábanas de colores para que dieran la impresión de ser fantasmas. Después entregó a Lalo una botarga con forma de gigantesca esfera de hulespuma amarilla, y le ordenó que se la pusiera. Comenzaríamos a filmar en ese momento. Uno de los fantasmas inhaló una bolsa con solvente y dijo al director: “muévete, puto”. Rogelio se quejó sobre los actores y sus ínfulas de diva. La película sería una sucesión de escenas en las que Lalo perseguía a los fantasmas, mientras que cada que atrapaba a uno, declamaba un poema de Borges, para dar un aire de intelectualidad. ¿Se notaba forzado? ¡Todo el cine serie B lo es!

Rogelio comenzó a filmar usando su cámara de video digital. Lalo decía sus diálogos, mezcla de poemas de Borges y sonidos de Pacman:

-Waka, waka, waka… de errar no ha descifrado el laberinto/Singular y plural, arduo y distinto… waka…

No podía comprender cómo me había metido en un proyecto tan patético. Creo que Bela Lugosi se sintió igual cuando decidió actuar para Ed Wood. Muchas ocasiones el mal cine es totalmente voluntario, como el caso de la obra de John Waters o el estudio Troma, es “Cine Trash” puro. Ya no se trata de cine serie B, sino serie Z. Es decir, con menor presupuesto (Lo de Rogelio era involuntario. Oh sí). Mientras y yo reflexionaba sobre mi carrera literaria, que al escribir un guión tan infame la había arruinado antes de empezarla, Escuché a mi hermano gritar. Dos de los “fantasmas” le habían rasgado el disfraz de esférica botarga con un cuchillo, y le habían quitado sus tenis y su playera; los cuatro rodearon a Rogelio, exigiéndole la cámara. En vez de obedecerlos, seguía filmando. De nuevo le exigieron la cámara y él se negó, alegando que podían tomar las monedas del suelo. Qué te crees, pinche riquillo, no nos vas a andar humillando. Y fue cuando uno de ellos sacó su navaja de resorte y lo acuchilló. Rogelio no soltaba la cámara, hasta que se la arrebataron. Los cuatro salieron de la bodega empujándonos. El hecho de que los fantasmas devoraran a Pacman era una idea muy borgeana, como en “Los Dos Reyes y los dos Laberintos”, pensé.

Con una sonrisa estúpida en su rostro, Rogelio alzó lentamente su mano, entregándome una tarjeta de memoria USB. “Pude rescatar mi obra maestra”, susurró, con tono de voz de John Waters. Mientras Rogelio cerraba los ojos y vomitaba coágulos de sangre, llamé a la policía desde mi teléfono celular porque a mi hermano le robaron todas sus pertenencias.

La noticia acaparó todos los medios de comunicación: “POR FILMAR PELÍCULAS PIERDE LA VIDA”. Los periódicos de ultraderecha, que proliferan en el estado, advertían: “BORGES Y VIDEOJUEGOS: ASESINAN A JÓVENES”. Un mes después, escribí un artículo sobre cine de Serie B en mi blog y subí el video. Mi entrada, que posteriormente se repetiría en otros sitios, comentarios de redes sociales y revistas especializadas, explicaba: “El serie B en México floreció gracias a El Santo y Blue Demon. Posteriormente, tuvo su época dorada con el cine de ficheras durante el sexenio de José López Portillo. No podemos olvidar al maestro de maestros: Juan Orol. Sin embargo, con el auge de las nuevas tecnologías es más fácil realizar cine serie B, y aunque Tim Burton declaró durante su visita a este estado durante el Festival de Cine Expresión en corto, que no por tener una cámara te volverás un cineasta, el entusiasmo de muchos muchachos es tan grande que hasta entregan su vida por el cine. Uno de ellos es Rogelio Márquez. Me consta, porque mi hermano fue el actor y yo fui el guionista de “Jorge Luis Borges’s Pacman”. ¿Cine de baja calidad? ¡Sí! Pero es también una muestra de pasión al séptimo arte.

Actualmente el video –que nadie ha sabido determinar si es snuff o serie B o serie Z- es uno de los más vistos en la red y sigue siendo trending topic en Twitter (#pacmandeborges).

Al igual que su admirado Ed Wood, Rogelio tuvo que morir para que su obra pasara a la posteridad.