Es lo Cotidiano

CINE COLISEO

Underworld

Gerardo Mares

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Al menos reconforta en parte comprobar la inteligente utilización que se hizo del horrible sótano institucional –la mentada cineteca, nombrada así por la anterior administración panista- como una efectiva locación para un ensayo experimental en clave de ficción científica.

El cortometraje Distópico, realizado por un grupo de alumnos pertenecientes a una institución educativa de nuestra ciudad, se construye sobre la base de una temática bastante apreciada por el fantástico moderno y que entre otros intereses, describe un mundo futurista de corte apocalíptico y bajo la égida de un estado totalitario.

A primera vista, el relato sorprende por su agilidad y por una puesta en escena heterodoxa. La contrariedad se hará presente cuando el espectador, al asimilar cabalmente la caligrafía fílmica, advierta la incongruencia argumental entre un drama que se intuía sólido y que en su clímax resolutivo, pareciera desmentir el intríngulis por completo.

Este divorcio entre las ideas y la producción como tal, se manifiesta también en otros elementos formales. De un sonido subjetivo lleno de ecos de megafonía que nos sugieren un espacio subterráneo de dimensiones considerables, los planos por lo general recurrirán al cuadro cerrado, en lo que pudo ser una aproximación a un ambiente opresivo y claustrofóbico con mayor afinidad al turbio asunto esquematizado.

No obstante la exagerada cualidad informativa de muchos de sus diálogos, Distópico desprende un soplo lírico que se concentra en sus personajes principales, de un histrionismo parco y cumplidor, si bien en registros menores a los que aportaría un actor con oficio. Y otro tanto de la estética desaseada que al menos habla de un rigor en la búsqueda de locaciones para los objetivos de la elaboración atmosférica, aunque no se complementen del todo.  

Para un producto de este calibre y con intenciones de cine de fórmula, lograr suspender la incredulidad del espectador sería considerado un logro. Por intervalos, digamos que su realizadora consigue hacer creíble su premisa básica, que evoca sobre todo a 1984 (Michael Radford. 1984) en su séptica mirada sobre un Estado mentiroso, mezquino y manipulador para fines convenencieros, así como el enclaustramiento obligado a base de engaños, en abierta mirada a la célebre Underground (1995) de Emir Kusturica.

De una confusa resolución afectada por sus evidentes lagunas y cabos sueltos –¿Porqué qué diablos regresaría un individuo sensato a ese mundo infecto, donde se raciona hasta la dotación diaria de oxígeno, ya descubierta la mentira? ¿La “irradación” y el posterior movimiento telúrico es manifestación de una psique tortuosa? ¿Por qué no se manifiesta físicamente ese viento?-, que afectan de gravedad la lógica interna, no obstante se logra filtrar un sentimiento pesimista a pesar de su peligrosamente iluminador final. Distópico, si somos justos con el esfuerzo, es apenas un punto de partida.

Distópico/ D: Alexia Vianney Briones/ G y F: Manuel Rodríguez/ E: José Humberto Sánchez/ M: Los Box Men/ Con: Romina Samperio, María Elena Hernández y Flavio Carpizo/ P: Víctor Manuel López, Universidad Meridiano. México. 2014.